Roberto Zariquiey: “El mapa de la COVID-19 es el mapa de la exclusión y la pobreza”

El lingüista y especialista en lenguas amazónicas habla sobre cómo los pueblos amazónicos del Perú, alejados y olvidados, están sufriendo los embates de la pandemia sin el adecuado apoyo del Estado.

Por Katherine Subirana Abanto

El 9 de mayo se publicó en El Peruano el Decreto Legislativo N.° 1489, que estableció las acciones para la protección de los pueblos indígenas u originarios en el marco de la emergencia sanitaria declarada por el coronavirus. “Para entonces habían pasado más de 60 días desde que se detectó el primer caso de la enfermedad en el país. ¿Es justo que recién el 9 de mayo se piense en los pueblos indígenas? Las personas en las comunidades están muriendo por falta de atención médica, por falta de oxígeno. Otra vez son los grandes olvidados”, dice el lingüista, investigador, docente universitario y especialista en lenguas amazónicas Roberto Zariquiey.

En el marco de la emergencia sanitaria está circulando un pronunciamiento de la comunidad lingüística peruana, impulsado, entre otros, por Zariquiey, que dice: “Los pueblos indígenas se encuentran entre las poblaciones más vulnerables a la diseminación del COVID-19 en el país. Nuestro país se encuentra hoy ante un grave peligro de etnocidio por la demora de una atención temprana y pertinente a los pueblos indígenas”. Sobre este y otros olvidos hablamos en esta entrevista.

¿Cuál es la mayor dificultad por la que atraviesan los pueblos amazónicos en esta pandemia?

La falta de oxígeno. La situación es de terror. Son muchísimas las personas que están enfermas en sus comunidades y que no están siendo atendidas. Todos los días recibo una nueva noticia, un nuevo pedido de ayuda de alguna comunidad que reporta que alguien se está muriendo, que no puede respirar, que necesita un balón de oxígeno… Cada balón de oxígeno vale (o valía, el precio probablemente ya subió) 3.500 soles. Para ellos es imposible asumir ese costo. Todos los días me llegan noticias de personas que conozco por mi trabajo en comunidades que caen enfermas, que empeoran, que mueren. El mapa de la COVID-19 es el mapa de la discriminación y la pobreza.

Por un lado, las distancias son largas y el acceso es complicado, pero hay otros problemas. Se ha corrido la voz de que ir al hospital significa ir a morir, que nadie los va a atender y que su enfermedad va a empeorar, pues murió un dirigente en un hospital. Y esta atención rápida, cuenta la gente, no llega a las casas; y, si es que llegan, les dan una receta y se comprometen a monitorearlos, pero esto no sucedes. Esa es la información que me ha llegado. Entonces, lo que están haciendo es quedarse en sus casas y tratar de atenderse de la mejor manera posible, usando una mezcla de plantas medicinales que los ayuda a aliviar algunos síntomas: mezclan ajo, limón, matico… No sé si eso ayuda o no, pero la falta de acceso a medicamentos, al tratamiento que el ministerio da para la COVID-19, es muy limitado.

¿Cómo llegó la enfermedad a las comunidades?

Por la falta de información. Los datos que llegaron a ellas estaban sesgados y no fueron claros. Cuando se transfirió dinero a las municipalidades para que lleven canastas de víveres a quienes vivían en extrema pobreza, hubo alcaldes que llegaron a la zona acompañados de personas que ya estaban infectadas. Llegaron sin mascarilla y tuvieron contacto con la gente, pues insistieron en dejar las canastas casa por casa. Es decir, no se tomó ninguna medida de prevención. Ya son varios dirigentes que han caído enfermos, cosa que también los afecta muchísimo, ya que no hay un líder que articule sus necesidades frente al Estado. Otra cosa que sucedió es que hubo muchos caminantes que llegaron a sus comunidades desde Lima y, como no se tenían claras muchas cosas, han llegado, han abrazado a sus familiares y se han escondido en sus casas.

Además del problema de salud, ¿cómo va la educación? ¿tienen acceso al contenido educativo?

No. Aprendo en casa es una gran iniciativa, pero está pensada para las zonas urbanas, no las rurales ni en las amazónicas. Si te das cuenta, es un sistema que se imparte solo en castellano. No se ha tomado en cuenta ni por casualidad la Educación Intercultural Bilingüe (EIB). Ni siquiera hay programas en quechua, que es una de las lenguas más habladas, mucho menos en lenguas amazónicas. Y eso es grave, pues están ignorando totalmente los derechos lingüísticos de las comunidades.

Las clases presenciales no serán posibles este año, es difícil que la EIB se reactive

Sí, y eso supone un problema más grande. Que una familia en una comunidad amazónica decida enviar a sus hijos e hijas a la escuela suele ser muy complicado, pues significa perder mano de obra que aporte al sustento de la familia. Ya tienen este año perdido y yo creo que va a ser bien difícil que algunos niños y niñas regresen a clases cuando estas se reactiven. Si no terminan la primaria y, por ende, la secundaria, no llegarán a la universidad ni a un instituto. Ese es el círculo de pobreza. Si te das cuenta, son pocos los representantes de pueblos indígenas que llegan a realizar un posgrado. Siempre son excepciones, casos especiales. En otros países hay miembros de comunidades indígenas que son doctores en lingüística, que investigan sobre sus propias lenguas.

En este contexto, ¿cómo se ve afectado el proceso de recuperación de lenguas?

Se ve muy afectado y el Gobierno ni siquiera lo toma en cuenta. Hay leyes que velan por los derechos lingüísticos de los pueblos indígenas que no se están respetado. Hay ocho lenguas en el Perú que tienen menos de diez hablantes y con las que el Estado asumió un compromiso de recuperación. Sin embargo, los hablantes de esas lenguas son todos personas mayores, población de riesgo. Yo no digo que tienen que recibir un trato especial, pero, por lo menos, el Estado debería preguntarse por la situación de la comunidad a la que pertenecen estas personas. Sé que una de las últimas hablantes de isconawa, Nelita Rodríguez está en riesgo de contraer la enfermedad. Peor en el caso de la lengua omawa que tiene alrededor de cinco hablantes. O tenía: dos de ellos han muerto por coronavirus. La mortalidad del coronavirus es mucho más alta en una población que solo es de adultos mayores. El conocimiento que estas personas guardan debería ser patrimonio y ser cuidado como tal, pero lo están dejando morir.

Fuente: El Comercio

 

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