Pichanaki: ¿Qué está en discusión?
Por Mirko Lauer
Los sucesos de Pichanaki probablemente marcarán el retiro de Pluspetrol de la actividad petrolera en el Perú. Con 14 pozos tomados por comunidades indígenas en Loreto y ahora una asonada violenta en Junín, Pluspetrol está viendo fracasar todas las negociaciones empresa-población-Estado que desde hace tiempo buscan estabilizar un clima de producción.
La decisión no sería solo por las movilizaciones de protesta ecológica, reclamo económico y pedidos de consulta previa. Con el barril de petróleo en torno de los US$ 50, los factores del negocio se han alterado considerablemente. El nuevo precio choca con los costos de extracción en Loreto, una operación de poco más de 11,000 barriles diarios.
En cuanto a la exploración en la selva de Junín, con esa misma inversión hoy sería posible comprar pequeñas empresas petroleras en plena producción, instaladas en zonas muchísimo menos exigentes o conflictivas. Además de que años de negociaciones improductivas vienen produciendo un creciente cansancio en la empresa.
Quienes no se cansan son los dirigentes de las poblaciones. Pero como desarrollan estrategias de dudosa eficacia, los conflictos crecen en lugar de disminuir. Sobre lo que viene sucediendo en Loreto, un observador comenta que “la estrategia que se trazaron los líderes de las cuatro federaciones y sus asesores, fue centrar todo su poder de negociación en la obtención de un pago por indemnización por los daños de 40 años de explotación petrolera, y el pago por el uso de sus territorios.
“Todo lo demás: inversiones en salud, educación, descontaminación, consulta previa, se supeditaba a este logro máximo. Como nunca tuvieron una idea exacta de a cuánto ascendían estos pagos, buscaron que en la negociación todos los estudios y diagnósticos debían cuantificar los daños y su demanda.
“Así por ejemplo, la demanda de la titulación de las tierras de las comunidades debía estar condicionada a la valorización de sus tierras y la valorización del uso de esas tierras por Occidental y Pluspetrol. Los dirigentes centraron todo su esfuerzo en alcanzar este objetivo, y fueron cerrando toda posibilidad de llegar a acuerdos sobre temas que las comunidades demandaban y que, por cierto, eran justos”.
Por su parte, el gobierno y la empresa fueron cometiendo sus propios errores de estrategia. Lo cual obligó a recomenzar las negociaciones una y otra vez. Hoy mismo la cosa en Loreto ha vuelto al partidor, pero ahora con Pluspetrol mirando nerviosamente la puerta de salida. Voluntarios o involuntarios, los saboteadores van ganando la partida.
Asumamos entonces que la tragedia de Pichanaki (otra movilización que torvamente empieza con el asalto a una comisaría) no es el final de nada, sino el comienzo de un proceso de conflictividad interminable que probablemente no llegue a ninguna parte. No descartemos que en Loreto o Junín la población tenga la mayor parte de la razón. Pero no tiene claro qué hacer con ella, o cómo hacerla valer.
Fuente: La República