La larga lucha por la identidad de una comunidad kukama

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La titulación de una comunidad nativa no es una noticia usual en el Perú, por eso es grato saber que en Loreto se ha dado un paso importante en ese sentido. Hace algunas semanas, la comunidad nativa cocama de Tarapacá logró que se declarara la nulidad de dos resoluciones que obstaculizaban su reconocimiento jurídico y que, con esta medida, se ordene a la Dirección Regional Agraria de Loreto su inscripción como comunidad nativa en el Registro Público Nacional Desconcentrado de Comunidades Nativas.

Renato Pita, comunicador y miembro de la plataforma Puinamudt, que agrupa a cuatro federaciones indígenas de Loreto, profundizó en el caso y conversó con Rusbel Casternoque, apu o jefe de la comunidad de Tarapacá. A continuación su artículo.

No solamente queda escrito en el papel sino también en el corazón: La larga lucha por la identidad de una comunidad kukama

– Entrevista al apu Rusbel Casternoque, de la comunidad kukama Tarapacá, que acaba de ser reconocida como “nativa” luego de 11 años de lucha frente a la administración pública.

Por Renato Pita

11 de julio, 2016.- Orgullo y alegría. Once años de caminar. Firmeza. Abrazar fuertemente. “Solamente creen que existe el mestizo y no quieren reconocer que el indígena existe, esa es su filosofía”, dice el apu Rusbel de la comunidad kukama Tarapacá. Aquel ellos va para el Estado peruano, que suele ser un entuerto hostil para las comunidades indígenas. Monstruo al que también se le puede ganar.

En un contexto donde cada vez se hacen más visibles las afectaciones e impactos que genera la actividad petrolera en los territorios indígenas amazónicos, se hace pertinente conocer otra violencia, estructural, a veces silenciosa pero no menos infame y cruel.

Consideraciones para la inexistencia

Tarapacá es una comunidad ubicada a orillas del Amazonas, en el distrito de Punchana, a pocos kilómetros al norte de Iquitos. Es integrante de la organización indígena Asociación Cocama de Desarrollo y Conservación San Pablo de Tipishca (ACODECOSPAT).

Rusbel Casternoque tiene 59 años de edad, casi una quinta parte de su vida la dedicó a luchar por el reconocimiento de su comunidad. “He sido amenazado de muerte, he sido enfrentado con el caserío vecino que se oponía a nuestro reconocimiento. La agencia agraria llegaba a ese caserío [a sembrar discordia]. En 2007 me denuncia el teniente gobernador de ahí. Me han investigado de todo y nunca encontraron ninguna prueba”.

Reclamar y alcanzar la existencia indígena ante el Estado peruano puede llegar a ser una lucha violenta en varios sentidos, considerando que estamos en un país empecinado en el despojo territorial y sostenido en la tramposa, e incluso inconstitucional, lectura de normas. Un país que también se desarrolla sobre el daño y la vulneración de derechos de los pueblos indígenas.

Todo inicia en 2006, cuando el Gobierno Regional de Loreto (GOREL) niega el reconocimiento solicitado por los pobladores de la comunidad. Aquella solicitud fue respondida recién en mayo de ese año con un “improcedente” de la Dirección Regional Agraria, alegando que en Tarapacá la gente “pertenece a la raza mestiza”.

De acuerdo a un peritaje antropológico de 2009 del especialista Alberto Chirif, “los cocamas se expanden por el Marañón, Ucayali y Amazonas” luego de los auges extractivos de principios de la república. Este documento, elaborado especialmente para el caso Tarapacá, considera factores como historia, familias, lengua nativa y normativa nacional e internacional.

La conclusión del peritaje es categórica: “ningún funcionario, alegando el carácter de mestizo de la población o de tener apellido de origen español o de no saber el idioma, puede negar a un grupo humano su autoidentificación como indígena”.

A pesar de contar con la opinión favorable de expertos, a pesar de inagotable acciones y tenaz insistencia, a Tarapacá se le negó el reconocimiento como “comunidad nativa” por poco más de una década. En agosto de 2015, luego de que la comunidad judicializará el caso, el poder judicial emitió sentencia a favor de los kukamas; pero la apelación del GOREL no se hizo esperar.

Recién hace pocas semanas, la Sala Civil ha vuelto a fallar en favor de Tarapacá. Al inicio de este proceso, la comunidad contaba con 250 personas, esa cifra ha bajado a 35. “Muchos se han ido. Perdieron la esperanza”, cuenta Rusbel Casternoque a un diario local.

Luego de alcanzar el ansiado reconocimiento, las palabras del apu están llenas de emoción y orgullo. Dentro guardan un especial valor, donde se dejan escuchar otras historias y voces que padecen similares realidades.

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Fallo de 2015 que ordena a la Dirección Regional Agraria de Loreto la inscripción de Tarapacá como comunidad nativa en el Registro Público Nacional Desconcentrado de Comunidades Nativas.

«Es bárbaro y absurdo no querer reconocer a una comunidad indígena»

¿Qué sientes al conseguir este reconocimiento de tu comunidad?

– Lo primero que sentimos es orgullo. El orgullo de luchar frente a toda una corriente de oposición, una política que nos quiso derribar, que nos quiso desanimar. Este proceso no solamente queda escrito en el papel, sino también en el corazón, porque queda para nuestros hijos, nuestros nietos. Ellos verán cómo se ha luchado para que nuestra comunidad sea reconocida luego de haber sido negado rotundamente.

¿Qué hicieron ustedes frente a esa corriente de oposición?

– Nosotros hemos dicho firmemente que somos indígenas y que tenemos que ser reconocidos, tenemos la ley, tenemos el Convenio 169, la Declaración de las Naciones Unidas. Todo eso nos ha abrigado la esperanza y lo hemos abrazado fuertemente. Esto es una alegría. Hacemos ver al Estado peruano que no vamos a dejar que vulneren nuestros derechos, que el pueblo indígena kukama está listo para luchar hasta las últimas consecuencias.

Es una historia muy importante…

– Es toda una historia. [El proceso] lo hemos hecho a veces silenciosamente, sufriendo  maltratos, pero hemos empezado a caminar hasta que se dio la luz. La Sala Civil de Apelaciones [de Loreto] emite sentencia a nuestro favor diciéndole al Ministerio de Agricultura y a la Dirección Regional de Agricultura [de Loreto] que nos reconozca como comunidad, tal como somos. El procurador del Gobierno Regional apeló; pero igual, la Sala ha dicho: Reconozca a la comunidad.

¿Qué ha pasado en todo este tiempo?

– Ha sido una pelea tremenda donde hubo enfrentamiento, discusiones, actores que querían que no nos reconozcamos. La gobernación del distrito de Belén dijo este año que no existe la comunidad Tarapacá. Otros políticos dijeron “aquí no hay comunidad nativa, no hay indígenas”. Nosotros tenemos a un hermano, Humberto Arirama, tiene 86 años, él habla en lengua, él habla nuestro idioma.

¿Por qué crees que hay esta negación de algunos funcionarios públicos?

– Eso ya conocemos, hay ataques de discriminación, de violación a derechos. Es una muestra clara que existe todavía la discriminación en nuestro país.

El tiempo nuevo, frente a la barbarie

Los párrocos Miguel Ángel Cadenas y Manolo Berjón, testigos cercanos de todo este proceso, cuentan que “Cuando [Rusbel Casternoque] ha leído la sentencia, en presencia de la abogada, se le han caído unas lágrimas. Rusbel no llora por nada, es un hombre fuerte y con convicciones profundas. Una de esas personas de las que nos sentimos orgullosos de ser sus amigos”.

Luego de reconocer el trabajo y apoyo de su organización indígena ACODECOSPAT, los agradecimientos no demoran, “a don Alberto Chirif, el CAAAP, el Vicariato Apostólico de Iquitos, Juan Carlos Ruíz Molleda [IDL], la Defensoría del Pueblo de Iquitos”.

Rusbel Casternoque concluye la entrevista con una reflexión que le costó arrugas, pero que resume con sencillez y dureza la realidad de nuestro país: “A pesar de que los pueblos indígenas estamos avanzando bastante, todavía ellos [los funcionarios del Estado] quieren ignorar y no quieren entender. Es bárbaro y absurdo no querer reconocer a una comunidad indígena”.

Fuente: Servindi

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