La esterilizaron cuando tenía dos meses de embarazo
En 1997 la condujeron a la posta del Ministerio de Salud para ligarle las trompas.
Seferina Castro es una mujer que vive en Colquepala, Cusco; ella fue víctima de una esterilización forzada y la denuncia que hizo en 1997 contra los trabajadores de la posta del Ministerio de Salud de su distrito es testimonio de este hecho. Seferina es una mujer de condición humilde y no ha podido volver a trabajar debido a las consecuencias de la intervención a la que fue sometida.
“Yo vi cómo traían en el carro de la municipalidad al Centro de Salud de Colquepata a las mujeres de mi comunidad. Habían ido a mi casa a las 12 de la noche los enfermeros Peter, José y Hernán. Ya habían ido muchas veces antes, insistían e insistían. Yo los puedo reconocer ahora. ‘Como la uña te vamos a cortar, no dolerá nada y todo va a estar mucho mejor’, me dijeron. Yo tenía seis hijos, me dijeron que si tenía más yo era la que iba a sufrir y no mi marido. Yo les dije que no quería porque había consultado a mis pastores (de la iglesia adventista), y ellos me dijeron que ligarse era malo. Me respondieron que yo era una rebelde. Que tenía que obedecer las órdenes del gobierno. Que obedeciera o me iba a la cárcel. Le hicieron firmar a mi esposo un papel a la media noche diciéndole que no iba a pasar nada malo. Él no quería, pero le obligaron diciéndole que si no firmaba iría a la cárcel.”
Testimonio de Seferina Castro.
Seferina Castro huyó de su casa para no ser intervenida pero los enfermeros de la posta la persiguieron, la capturaron y la llevaron por la fuerza para que fuera operada.
“Me encerraron en un cuarto y vi por la ventana que una mujer estaba con las piernas arriba. Me desesperé porque pensé que me iban a hacer lo mismo ahí. Vi una sala grande también donde estaban muchas mujeres tiradas en el suelo. Unas estaban hablando, a otras les salía espuma por la boca. Levantaban la cabeza y se caían. Yo les decía a los doctores: ‘¡No quiero que me hagan nada, nada, nada! ¡Suéltenme, por favor!’.”
Los enfermeros de la posta no sabían que Seferina esperaba un hijo y, al enterarse, pretendieron que ella abortara. Sin embargo, Seferina y su esposo pusieron una denuncia para que no lo hicieran. “Ellos no pudieron negarle la vida. Yo le dije a mi esposo que me llevara al juez para denunciar lo que me hicieron. No les di permiso para que me operaran.”
Ella reclamó que los trabajadores del puesto de salud de Colquepala la tratasen para mejorar su estado y atender a sus hijos. No pidió nada extraordinario sino una compensación médica para recuperar el aliento y trabajar. Pero sus reclamos jamás fueron respondidos.
Seferina Castro tiene una hija de 17 años llamada Nieves, la misma a la que no le pudieron negar la vida en 1997. Ahora espera que se haga justicia y los responsables paguen sus culpas.
Fuente: La República