Intolerancia al racismo

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Por Augusto Álvarez Rodrich

Una lacra extendida en el Perú que se debe erradicar.

El fútbol peruano vuelve a ser escenario del racismo, una lacra que no solo ocurre en ese ámbito sino en toda la sociedad y frente a la cual no se puede tener ningún tipo de contemplación ni tolerancia.

Sucedió el domingo en Cusco durante el partido entre el local Cienciano y el visitante Juan Aurich, cuando a los 73 minutos el jugador del equipo chiclayano Luis Tejada decidió abandonar el terreno por  los insultos racistas que estaba recibiendo desde las tribunas.

No es la primera vez que esto sucede con este jugador panameño que el año pasado casi deja la cancha del Sporting Cristal por el mismo motivo.

Ni es la primera vez que estos ataques racistas ocurren en estadios peruanos, ni será la última si no se toman medidas radicales frente a estas expresiones inaceptables ante las que  no se puede ser indiferente.

Esa indiferencia termina promoviendo el racismo. No es casual que haya sido un jugador panameño el que reaccionara de ese modo. Ni, tampoco, que otro incidente parecido con gran repercusión haya sido el del brasileño Tinga.

Hace un año, cuando se jugaba el segundo tiempo del partido entre Garcilaso y Cruzeiro en  Huancayo, el jugador Tinga ingresó al terreno y un sector del estadio empezó a abuchearlo con la expresión ‘u-u-u-u-u’ que simula a un mono que se repitió cada vez que él tocaba la pelota.

En el Perú nadie hizo mayor problema por lo ocurrido –pues en los estadios peruanos se producen expresiones racistas desde hace mucho tiempo sin que nadie diga nada– hasta que la protesta llegó desde Brasil, en donde el mensaje por Twitter enviado por Tinga tuvo un tremendo efecto.

El alud de protestas incluyó desde la presidenta Dilma Rousseff hasta Ronaldinho Gaúcho y una amplia y potente red que se activa inmediatamente en todo el mundo ante expresiones de racismo en el fútbol.

Esto es consecuencia de la toma de conciencia de la importancia de rechazar las constantes expresiones de racismo producidas en el fútbol internacional y que en el Perú han encontrado un eco lamentable.

El racismo implica una vejación inaceptable, la reducción de oportunidades para la gente y tiene la consecuencia de impedir que un segmento de la sociedad pueda –por su raza– tener una vida feliz y digna, y contribuir al desarrollo de la sociedad en su conjunto.

Para erradicarla son útiles, sin duda, políticas culturales que le expliquen a la gente la inconveniencia del racismo, pero también debe recurrirse a sanciones ejemplares que vayan desde el cierre del estadio en donde esto ocurra hasta fuertes penalidades que se apliquen a financiar la lucha contra esta lacra.

Fuente: La República

Categoría: Discriminación, Noticias