América Latina carece de voces de mujeres indígenas y afro en puestos de decisión
Por primera vez en su historia México tuvo como precandidata a la presidencia a una mujer indígena. María de Jesús Patricio, indígena nahua, médica tradicional y defensora de los derechos humanos fue elegida por el Congreso Nacional Indígena como vocera representante indígena para presentarse a las elecciones presidenciales de 2018 por la vía independiente. Bueno, en realidad su candidatura no pudo consolidarse, pues aunque fue la única aspirante independiente que no falsificó las firmas que necesitaba, no reunió las necesarias para aparecer en la boleta.
Desde el principio de su campaña para lograr la candidatura, “Marichuy”, como era conocida, fue objeto de comentarios y tratos discriminatorios en redes sociales y medios de comunicación.
En este contexto cobra relevancia la presentación en la Ciudad de México, el pasado 13 de junio, del libro “Mujeres que deciden: voces indígenas y afromexicanas hablan de política”. Se trata de cinco textos escritos por mujeres mixes, mixtecas, afromexicanas, tojolabales y nahuas que describen los retos y avances que han experimentado desde sus trincheras políticas. En la presentación, moderada por la representante de la Asamblea Nacional Política de Mujeres Indígenas, Carmen Osorio, también participaron Otilia Lux de Cotí, Zenaida Pérez Gutiérrez, Martha Sánchez Néstor, Beatriz Amaro Clemente, Elizabeth Sánchez González, Cristina Solano Díaz y Mijane Jiménez Salinas.
Paridad no significa representación efectiva
“Democracia sin la participación de mujeres, jóvenes e indígenas, no es democracia. Es una democracia prácticamente ilegítima, no es una democracia real y verdadera”. Otilia Lux de Cotí, la mujer maya k’iché vicepresidenta del Foro Permanente de los Pueblos Indígenas de las Naciones Unidas, dijo durante su ponencia “Participación Política de las Mujeres Indígenas en América Latina” que las mujeres deben ser tomadas en cuenta en las listas de partidos políticos, en las juntas directivas de cualquier organización, en las juntas directivas de las academias, universidades y, en el caso de las poblaciones indígenas, en las organizaciones políticas comunitarias.
Lux de Cotí, quien también es oficial de Proyectos Educativos en USAID/Guatemala, señaló que la participación política de las mujeres está determinada en numerosos instrumentos internacionales como el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo. Los países signatarios están en constante evaluación para revisar sus avances en cuanto a los derechos políticos de las mujeres.
Por ejemplo, ONU Mujeres dio a conocer que en junio de 2017 en el continente americano las mujeres representaban únicamente el 28% de los parlamentos. Una cifra baja considerando que las mujeres son el 50%de la población total del continente.
Por otro lado, también existen los instrumentos nacionales que respaldan la participación de las mujeres en la política. En América Latina 18 países tienen leyes que establecen la paridad de género en sus poderes legislativos. Sin embargo, de acuerdo con Otilia Luz de Cotí, ex representante de Guatemala ante el Consejo Ejecutivo de la UNESCO, “en esa paridad tienen que estar mujeres afrodescendientes y mujeres indígenas, sino tampoco habría paridad. Porque si sólo es para las mujeres mestizas hay también desigualdad”.
En 2017 el Instituto Nacional Electoral de México decreto que el los 13 distritos electorales donde se concentra la mayor parte de la población indígena, los partidos estarían obligados a postular a personas indígenas para competir por cargos de elección popular, además de respetar el tema de la paridad. Es decir, de los 300 curules de la Cámara de Diputados mexicana, 13 deben ser ocupados por indígenas. Pero aunque se cumpla con el número, Zenaida Pérez Gutiérrez, mujer ayuujk de Oaxaca y coordinadora del Programa Mujeres Indígenas del Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir, considera que “todavía no está el mecanismo dado para que sea una representación efectiva de los pueblos indígenas. El 21.5% de la población se asume como indígena, por lo tanto la representación aún no es representativa. Debería haber 113 curules”.
En la opinión de Pérez Gutiérrez, integrante de la Asamblea Nacional Política de Mujeres Indígenas, la representación indígena debería estar también en el poder ejecutivo y judicial, no sólo en el legislativo. Además debería haber más mujeres para que la representación sea real. “En los tres poderes la paridad no ha hecho que avance la representación para mujeres indígenas ni afro. Estas representaciones deben salir del nivel municipal.”
De acuerdo con un estudio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, en el periodo legislativo 2012-2015, la Cámara de Diputados de México solo tuvo cuatro mujeres indígenas en un total de 500 curules. De un total de 130 congresistas Perú solo tuvo dos mujeres indígenas en el periodo 2011-2016. En el periodo 2012-2016 Guatemala solo dio 19 curules de 158 a indígenas, de los cuales son tres fueron ocupados por mujeres. La Cámara de Bolivia está conformada por 130 diputados, 41 de ellos son indígenas y solo nueve son mujeres indígenas.
En América Latina y el Caribe, los pueblos indígenas alcanzan alrededor del 10% de la población. En Perú y Guatemala los indígenas son casi la mitad de la población y en Bolivia superan el 60%. En México, vive la mayor población indígena de la región, cerca de 11 millones de personas.
Poca representación, discriminación y además, violencia
La representación efectiva de las mujeres indígenas en la política también se ve afectada por discriminación y violencia. Por ejemplo, en 2014 el estado de Oaxaca en México obligó a los municipios a incluir por lo menos a una mujer indígena en sus cabildos. “¿Qué sucede? Que estas mujeres enfrentan algún tipo de violencia, no son llamadas a las sesiones del cabildo, no se les asignan cargos de decisión como el presidente y síndico, se les confinan a cargos de temas de cuidado”, narró Elizabeth Sánchez González, abogada del Instituto Nacional Indigenista de México.
Hasta el 8 de mayo de 2018 se habían contabilizado 94 asesinatos de candidatos y autoridades políticas en el contexto electoral mexicano y un total de 305 agresiones. De acuerdo con el Cuarto Informe de Violencia Política en México 2018, de esas 305 agresiones, 267 fueron dirigidas a mujeres. Solo del 8 de abril al 8 de mayo 2018 diez mujeres fueron asesinadas. La misma María de Jesús Patricio “Marichuy” fue asaltada en el marco de su campaña para juntar las firmas que le permitirían consolidar su candidatura. De acuerdo con Zenaida Pérez Gutiérrez, quien estuvo al frente de la Jefatura de Departamento de Derechos de la Mujer Indígena, “debe parar la violencia porque desincentiva la participación de las mujeres en la política”.
¿Y las mujeres afro?
2011 fue declarado por Naciones Unidas como el Año Internacional de los Afrodescedientes. A partir de entonces se crearon y organizaron colectivas de mujeres para empoderarlas, capacitarlas y buscar su participación política, como Unidad para el Progreso de Oaxaca AC. y Mano Amiga de la Costa Chica. En América Latina son pocos los registros y cifras sobre la participación de mujeres afro en la política. En Colombia, por ejemplo, de acuerdo con la Conferencia Nacional de Organizaciones Afrocolombianas, solo seis mujeres afro han ocupado curules en el Congreso de la República, ninguna mujer de esta población ha sido gobernadora y sólo un curul en las asambleas departamentales es ocupado por una mujer afro.
Beatriz Amaro Clemente, integrante de Unidad para el Progreso de Oaxaca AC y activista por el empoderamiento de la mujer negra, opina que “a pesar de nuestra vulnerabilidad, nuestra responsabilidad es participar por todos lados […] Cuando los pueblos negros no se visibilizan el racismo es mucho mayor. Se debe incluir la historia del pueblo negro en los libros de texto. En los censos, por ejemplo, no hay preguntas que mencionen a la población afrodescendiente”.
Reflexiones para llegar a los puestos de decisión
A Martha Sánchez Néstor, fundadora de la Coordinadora Guerrerense de Mujeres indígenas, le han ofrecido candidaturas tres partidos políticos mexicanos. “Las mujeres indígenas tenemos que decidir qué tipo de candidatura política queremos. ¿Queremos llegar al poder a través de cualquier partido y condición? ¿O queremos llegar negociando y articulando acuerdos bajo los principios que hemos definido, como la dignidad y la vida?”.
Sánchez Néstor, quien también es la responsable del Programa de Mujeres Indígenas del Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir, invitó a las mujeres indígenas y afro a pensar el tipo de liderazgo que quieren y necesitan.” Si queremos un liderazgo político tenemos que pensar a través de qué, si de los sistemas normativos o de los sistemas políticos. Hoy por hoy los partidos son los que tienen el control del poder en nuestro país. No estamos haciendo un poder paralelo, estamos tratando de incidir, estamos tratando de entrar a esa esfera donde nunca hemos estado, de la toma de decisiones.”
Por su parte, Cristina Solano Díaz, directora del Instituto Municipal de la Mujer de Ensenada, traductora y perteneciente al pueblo Ñuu Savi, casi al cierre del evento lanzó otras preguntas para reflexionar: “¿Cuántas mujeres indígenas estarán realmente en puestos de decisión tras las elecciones? ¿En qué condiciones llegarán? ¿Cuáles son los retos que van a enfrentar? ¿Cómo hacer efectiva la participación y representación de la población indígena?”.
Fuente: Distintas Latitudes