Sobre el santuario de La Hoyada

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Por Salomon Lerner

He invitado al Padre Francisco Chamberlain, s.j., para reproducir en esta columna lo esencial de un importante escrito suyo.

La guerra que vivimos al final del siglo pasado revela mucho de nuestra historia como nación. La indiferencia del gobierno regional para cercar el terreno de la Hoyada, y convertir este terreno –un camposanto donde los forenses excavaron por lo menos los huesos de 109 personas asesinadas– en un lugar de memoria es también un reflejo de nuestra historia como nación.

Hablaba de NOSOTROS: de los que se consideran como peruanos plenos, los gestores o continuadores de la peruanidad con derecho propio de ser parte de la nación, frente a los OTROS que sí habitan en el territorio de la nacional y son muchos, pero que viven en pobreza y que son y han sido secularmente marginados y en la guerra tan frecuentemente entendidos como desechables. El Informe de la CVR afirma que 75% de los muertos eran personas cuya lengua materna era quechua, y sospecho que ese porcentaje puede ser más en la medida en que se va descubriendo y abriendo las fosas comunes que nos dejó este terrible conflicto.

En efecto, el Informe de la CVR sirve como un marco de comprensión de toda nuestra historia como nación, sobre todo si nos acercamos a esta historia desde la perspectiva de los OTROS: desde el reverso de la historia que tan frecuentemente se nos ha contado y que hemos aprendido en la escuela.

Desde la Conquista/Colonia y a lo largo de los casi 200 años de la Republica Peruana, la explotación de la población nativa, tanto en la sierra como en la selva, ha sido constante: la encomienda, el envío de nativos serranos para trabajar y morir en insufribles condiciones en las minas de plata; la importación de chinos pobres para trabajar casi como esclavos; la época del caucho como nueva explotación; todo esto pasando por la nueva explotación minera en el siglo pasado que comenzó con la Cerro de Pasco hasta nuestros días con sus Baguazos y la incapacidad de aceptar y tomar en serio la consulta previa de las poblaciones afectadas por las nuevas propuestas de explotación minera o petrolera.

En el curso de esta larga historia ha habido rebeliones de los OTROS. Algunos pueden pensar que Sendero forma parte de esta historia de las  rebeliones. Yo no la veo así. Más bien, Sendero con su ideología maoísta/estalinista practicaba el mismo desprecio para con las poblaciones de la sierra y la selva que el NOSOTROS histórico. Quería ser un nuevo NOSOTROS, con la marginación de siempre de los OTROS cuya única tarea era obedecer (o sufrir) las consecuencias de (esa) ideología totalitaria.
Si miramos nuestra historia desde los OTROS, desde el reverso de la historia, no resulta tan bella como se nos ha contado. ¿Qué podemos hacer? darnos cuenta que esta historia, de NOSOTROS y los OTROS, continúa y alentar los esfuerzos de revertir este esquema tan arraigado en nuestra historia y cultura nacional.

La lucha por convertir el terreno de la Hoyada en un Santuario de la Memoria es uno de estos esfuerzos, solo uno de ellos. Tiene que haber muchos más. Uno de esos esfuerzos ha sido ciertamente el Informe de la CVR. Pero en Ayacucho el Santuario de la Memoria en la Hoyada ayudaría grandemente  a que tomáramos en cuenta la vida perdida de tantos hermanos y hermanas que no fueron tomados como plenos seres humanos, como peruanos y peruanas. Santuario (que) también ha de incluir los tantos muertos a lo largo y ancho de nuestro Ayacucho: los Putis, los Cayara, los Lucanamarca, los Chungui.
Si el Santuario ayuda a hacernos pensar nuestra historia desde los OTROS, habremos dado un paso hacia una nueva manera de pensar el país y su futuro.

Fuente: La República

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