Se necesita empleada del hogar pero sin derechos
Por Manuel Quispe Blanco
Las empleadas del hogar en el Perú configuran un mundo paralelo donde el clasismo y racismo se mezclan en un silencio peligroso. En los barrios ricos de la capital peruana como San Isidro o Miraflores son fácilmente identificadas. El color blanco o azul de su uniforme es una seña que indica la frontera entre ellas y aquellos que las contratan.
Muchas viven en la periferia de Lima y la mayoría de ellas son de provincia, principalmente de la sierra. “Se necesita empleada de provincia cama adentro, sin hijos ni compromisos” es la típica oferta laboral que se puede leer en cualquier diario de tirada nacional.
De acuerdo con el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE), en el Perú existen 400 mil trabajadores del hogar, de las cuales, 94 % son mujeres, 70% son migrantes, solo el 13% cuenta con nivel educativo superior, el 46% trabaja más de 48 horas y únicamente un 32% recibe un sueldo superior a la remuneración mínima vital.
Las trabajadoras del hogar pasan agotadoras jornadas laborales en tareas de lo más diversas y no identificadas en su contrato, limpiando, cocinando, cortando el jardín, bañando a los perros, e incluso ayudando en las tareas escolares de aquellos hijos que no son suyos.
En las playas exclusivas de Lima se las puede observar en uniforme, luchando contra el calor, mientras ejercen sus labores. En los clubes de la capital, a pesar de que éstos lo nieguen, tienen prohibido ingresar a muchas instalaciones como las piscinas e incluso tienen baños separados en una clara muestra de discriminación.
Más de una vez he escuchado decir “Pero si ella es parte de la familia, incluso come en la misma mesa con nosotros” o bien “Si le doy toda sus gratificaciones e incluso tiene vacaciones” ,como si de un acto de bondad se tratase.
Las empleadas del hogar y el trato que muchas de ellas reciben, son un reflejo de nuestra sociedad que acepta y que normaliza el racismo y clasismo. Es tiempo de comenzar a cuestionar estos comportamientos e iniciar un real cambio por la dignidad de estas trabajadoras.
El día de 30 de Marzo se celebró el día de la Empleada del Hogar, el cual, es un intento por visibilizar su trabajo y otorgarles derechos tan básicos como vacaciones, reconocimiento de sus gratificaciones, derechos a la educación, establecimiento de sus horarios o la afiliación de un seguro de social. Derechos que lamentablemente muchas de ellas aún no gozan.
Fuente: Lo Justo