Entre los temas de la fenomenología de Husserl que más han impactado el desarrollo de la filosofía continental europea de los siglos XX y XXI -en sus distintas ramificaciones- y que han caracterizado su perfil distintivo frente a otras tradiciones filosóficas dominantes en ese período, están aquellos que convocan a las Jornadas de este año: el mundo de la vida, conjuntamente con el de historicidad y cultura. El reconocimiento del carácter subjetivo-relativo, contextual, encarnado, finito e histórico del suelo que subtiende todas las validaciones de sentido de la humanidad como un todo -tanto las morales, valorativas, conceptuales, científicas como culturales en general- ha terminado por poner fin al mito moderno de una razón desencarnada que, si reconocía la dimensión histórica, la abordaba desde fuera con miradas de sobrevuelo, amparadas en pretensiones sub specie aeternitatis. Dicho reconocimiento también terminó por dar un golpe de gracia al cientismo positivista del siglo XIX que, magnificando las supuestas potencialidades del “estado científico y positivo de la humanidad”, había reemplazado las miradas de sobrevuelo del racionalismo moderno con el decreto supuestamente inapelable de la ciencia natural positiva, y pretendido reducir la dimensión cultural y espiritual de la humanidad a su mero rasero natural. El mundo de la vida no es sólo el suelo de toda ciencia positiva y natural, empírico-deductiva y formal; es además la morada de la persona humana y su dimensión espiritual encarnada y mancomunada, creadora de mundos circundantes lingüísticos y culturales, valorativos y prácticos, verdadero eje y protagonista de la historia, y a partir de su historia personal, artífice de las tradiciones y eslabón de las generaciones. En esta ocasión, de la mano de Husserl, Scheler, Heidegger, Gadamer, Levinas y Merleau-Ponty, reflexionaremos sobre las distintas dimensiones de dichos conceptos paradigmáticos de nuestra era.