Cómo Sarhua contó su lucha contra Sendero Luminoso a través del arte

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Lejos de servir de apología del terrorismo, las obras en poder del MALI constituyen un notable ejercicio de memoria contra los años más cruentos en la historia del Perú

Por Juan Carlos Fangacio

Es una tendencia vieja, pero sigue siendo igual de peligrosa: que lo simbólico se siga utilizando como un argumento irrefutable. Que la imagen sola de una hoz y un martillo, un puño en alto o una bandera roja se tomen como representaciones directas y unívocas del terrorismo. Y si la azarosa asociación ocurre en el terreno del arte, aun peor.

Es lo que acaba de pasar con 31 pinturas de la Asociación de Artistas Populares de Sarhua, en Ayacucho, que en diciembre pasado llegaron desde Estados Unidos como donación para el Museo de Arte de Lima (MALI). Las obras, que fueron pintadas desde los años 90, recrean una serie de episodios vividos por la comunidad, la mayor parte de ellos violentos. Las imágenes son fuertes, chocantes, pero retratan fielmente el horror vivido en la época. La Dirección contra el Terrorismo de la Policía (Dircote) retuvo las piezas y las inspeccionó para desestimar que contengan apología subversiva. Un diario local reportó el último miércoles que las obras permanecían inmovilizadas, pero esto no es así: tras unos días de revisión, la serie fue entregada al MALI para integrarse a su colección y asegurar su preservación como manifestación artística popular y contemporánea. De terrorismo, nada; de valor cultural, mucho.

—El contenido—
En el libro «Cajones de la memoria», la antropóloga María Eugenia Ulfe resalta la naturaleza de los artistas retablistas de Sarhua como espectadores presenciales de los hechos que los golpearon durante años. «[…] El recurso como testigo ocular confiere autoridad y poder a los artistas y realismo a la pieza de arte. El retablo se convierte pues en un agente y un producto de una historia. Quizá, y es mejor pensarlo así, representa a todas las voces y las versiones que no son necesariamente las oficiales».

Cómo Sarhua contó su lucha contra Sendero Luminoso a través del arte

El curador de arte Gustavo Buntinx, quien a través de su colectivo Micromuseo organizó en el 2011 una amplia muestra sobre el arte Sarhua (en un recinto público como la galería Pancho Fierro de la Municipalidad de Lima, además, sin que se registrara escándalo de ningún tipo), apunta que es una gran ironía que se pretenda acusar de senderista a un arte que es claramente antisenderista. «Estas obras son muy didácticas, un rasgo que tiene que ver con una tradición de narrativa popular, donde todo se explicita. Por eso cada cuadro tiene un texto narrativo que describe la situación que las imágenes ofrecen. No hay lugar para ningún tipo de interpretación trasnochada», indica.

Y en efecto, en las pinturas de la serie «Piraq Causa», que desataron la ociosa polémica, se pueden leer relatos del accionar subversivo: «Saquean tiendas y casas. Extraños elementos con explosiones de petardos y disparos, armas de fuego, ingresaron a la comunidad 1 a.m. aterrorizando a humildes ocupantes con hurras y vivas […] los hechos son imperdonables e increíbles [sic]». En otros casos, los artistas aluden incluso a la captura del cabecilla terrorista de Sendero Luminoso: «Después de una larga lucha, sufrimientos de 12 años de terror encabezado por ese anticristo satanás Abimael Guzmán, al enterarse la captura el pueblo empezaron a salir a festejar en las calles […] El mal no dura mucho tiempo. Viva el Perú. Viva la caída de Abimael. Viva la gloria [sic]».

Buntinx señala, además, el uso de la significativa palabra que los pobladores utilizaban para nombrar a Sendero Luminoso: ‘ongoy’, que en quechua significa enfermedad.

—Las reacciones—
En un comunicado difundido en respuesta al inexacto informe periodístico, el MALI aclaró su total disposición a colaborar con las investigaciones de la Policía Nacional, y precisó que las obras que fueron enviadas por la asociación Con/Vida Popular Arts of the Americas no serán exhibidas hasta que las autoridades competentes hayan disipado todas las dudas sobre su contenido.

Cómo Sarhua contó su lucha contra Sendero Luminoso a través del arte

La posición del museo, sin embargo, es contundente: ninguna de las obras constituye una arenga o defensa de Sendero Luminoso o de algún grupo similar. Su directora, Natalia Majluf, señaló a El Comercio que este caso revela la ausencia de criterios y parámetros claros para evaluar el delito de apología del terrorismo. «Sin esos instrumentos será imposible referirse a la época de la violencia. Y eso resulta gravísimo para la memoria y la reflexión sobre la historia reciente del Perú», agregó.

En esa misma línea se pronunció el ministro de Cultura, Alejandro Neyra: “Las tablas de Sarhua no buscan ensalzar ideología, sino representar un momento de la realidad peruana que, por supuesto, aún conmueve y nos duele a todos. Y situaciones como esta, que no son las más felices, evidencian que todavía tenemos por delante un trabajo de mayor diálogo sobre lo que fue la violencia en los años 80 y 90”.

Fuente: El Comercio.

Categoría: Cultura, CVR, Noticias, Política